La importancia de ser compasivas con nosotras mismas durante los procesos de transformación
¿Somos demasiado duras con nosotras mismas?
4/17/20243 min read


La importancia de ser compasivas con nosotras mismas durante los procesos de transformación.
Erika de Urquijo, LasdelQuinto.
La mayoría de nosotras habrá tenido alguna vez, la experiencia de elegir un cambio y en el camino de implementarlo, encontrarse con diversos desafíos que a veces logramos atravesar y otras nos quedamos atrapadas en el intento de resolverlos.
Aquello que solemos atribuir a la famosa “fuerza de voluntad” podría estar más ligado a la manera en que te tratas (o te maltratas) y te acompañas durante las dificultades en tu mundo interior.
Evolutivamente, venimos equipadas con un sesgo de negatividad: impulsadas por la supervivencia estamos en continua búsqueda (consciente o inconsciente) de aquello que “está mal” y nos quedamos ahí atascadas intentando repararlo para, precisamente, asegurar nuestra supervivencia. El problema está cuando esto domina nuestra vida, ya que nos impide aprovechar la parte más evolucionada de nuestro cerebro que puede contribuir de manera más eficiente con nuestro bienestar. Si no tenemos la posibilidad de darnos cuenta, seguiremos inconscientemente apoyando esta dinámica interna de maltrato a nosotras mismas.
Hemos decidido, por ejemplo, hacer ejercicio, o tener más actividad física. Arrancamos con un plan en mente y con la mejor de las intenciones que al pasar de los días se van poniendo a prueba de una y mil formas. No solemos tomar estos acontecimientos como parte del proceso de cambio, y solemos atacarnos internamente: ¿cómo pensé que esta vez sí lo lograría?, ¡siempre me pasa lo mismo!, ¿por qué las demás si pueden y yo no? ¡qué mal que no lo logro!. Podría enumerar una larga lista de ejemplos de los diálogos internos que suelen acompañarnos durante los momentos más ásperos en nuestro camino de la transformación.
¿Cómo encontrar lo mejor de una misma haciéndote sentir lo peor? Muchas experimentamos una sensación crónica de insuficiencia y gran parte de lo que hacemos día con día es para intentar resolver esta sensación y poder sentirnos mejor con nosotras mismas.
Cultivar la compasión a una misma, es una herramienta sumamente poderosa. Identificar un sentimiento de ternura hacia mi vulnerabilidad puede abrir la puerta a relacionarme distinto con mi mundo interno. Dejar de estar en guerra conmigo misma y llevar esa energía y atención a mi proceso de cambio elegido. En el caso de nuestro ejemplo; a seguir en el camino de hacer ejercicio o tener más actividad física.
Ciertamente hay muchas maneras de hacerlo, acá te proponemos una:
1. Darme Cuenta:
Identificar el momento en que inicia tu discurso de auto-ataque. Nos sucede en piloto automático, ¡sin darnos cuenta! Incluso lo hemos normalizado. Hablarme mal es lo “esperado”. Si estoy fallando, pues tendría que sancionarme y regañarme. Socialmente es un comportamiento validado. Así que empieza a ejercitar tu radar. Y si, dije ejercitar. No es una actividad que nos va a salir “perfecta” a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera… bueno, creo que se entiende la idea. Un hábito se convierte en eso después de muchas repeticiones, de muchas “fallas”y “éxitos” en el proceso de integrarlo.
2. Elijo parar y respiro:
En lugar de colocar mi atención en escuchar este repetido discurso de ataque, puedo elegir activamente. Dirijo mi atención a otro objeto: la respiración es un elemento que puede colaborar con contactar con la parte frontal de mi cerebro y conectar conmigo misma desde otro ángulo. Puedes colocar las manos sobre tu vientre y respirar profundo sintiendo con detalle los movimientos de tu cuerpo. No intentes cambiar nada, sólo haz el ejercicio de notar.
3. Observo la vulnerabilidad:
¿Qué es lo que en realidad se está activando en mi en este momento?, ¿cómo puedo atender lo que emocionalmente estoy atravesando?, ¿qué necesito de mi?. Quizá no haber llevado a cabo tu rutina como lo tenías planeado te está haciendo sentir insegura, que fallaste, y ese miedo te lleva a maltratarte en lugar de encontrar las rutas compasivas para retomar tu camino a la transformación.
4. Elijo mi ruta compasiva:
¿Cómo atiendo estas emociones desde un lugar distinto al maltrato? Encuentra tus propias respuestas y tus propias maneras de hacerlo.
Si todo esto es muy nuevo para ti, asegúrate de darte espacio y tiempo de cultivarlo.
“Quizás todos los dragones de nuestras vidas sean princesas que sólo esperan vernos actuar, sólo una vez, con belleza y valentía. Quizás todo lo que nos asusta sea, en su esencia más profunda, algo indefenso que quiere nuestro amor.” Rainer Maria Rilke.
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